lunes, agosto 11, 2008

Esa efímera fragilidad

(Felipe Parra)
Ella caminó tres cuadras más. Yo seguía tras sus huellas. Ella no sabía, pero conocía cada uno de sus pasos. Sabía a que hora salía de su casa y a que hora volvía, para mi no eran novedad sus aventuras de fin de semana ni sus fiestas en el barrio alto de la ciudad. Yo era su sombra.
- Así doctor- dije- todo iba bien hasta que ella notó que la seguía
- Sigue contándome- luego te diré que opino

Aquella noche era distinto. El viento y los faroles me insinuaban, cual edredones un final mullido o de caoba. El aire, a pesar de ser al aire libre estaba viciado. Quizás era mi paranoia, pero sentía que era un cazador cazado, acechando y acechado a la vez. Más, a las once en punto la encontré. Estaba sentada en una silla, en una plaza, esperando a su marido, él la pasaría a buscar hace ya casi más de una hora, más, como de costumbre ya estaba atrasado.
Mi tentación cada día era inmensa. Ella estaba sola en aquella poco iluminada plaza. Nadie estaba mirando aquel sugerente cuadro aparte de mi persona. Mi debate era entre hacer lo correcto, o lo incorrecto.
Con nerviosismo cogí un cigarrillo de mi bolsillo. Con la mano temblorosa lo encendí tras tres intentos fallidos. Sudaba de una manera bestial, mis latidos batallaban con mi cabeza a cada segundo que la seguía mirando. Me encantaba verla así. Sola, frágil, desvalida. Encendía mis mas sucias pasiones y al mismo tiempo los mas castos instintos que un hombre solo como yo puede tener. Ella lloraba.
Se levantó de la silla, ofuscada. Ella sabía que su marido tenía una aventura. A pesar de ser ella la eternamente liberal, la de mentalidad abierta, infiel y coqueta, no podía aguantar que su marido, su fiel marido tuviera algo con su secretaria. Su ego se lo impedía. Era tan imperfecta que la amaba.
- Le juro que esa noche yo no quería- dije casi gritando- pero la noche, los días, los meses...
- Sabes que todo queda bajo secreto profesional, puedes tener confianza-dijo el doc consolándome

Caminó unas, cuadras un tanto desorientada. La seguía a los cinco metros de rigor, sin que ella me viese. Se internó por barrios malos, eso de los que no sales ileso. Temí por ella. La cuidaba, era un patético guardaespaldas anónimo.
Se veía más desvalida que nunca, lo que encendía mi libido hasta niveles prohibidos por los tabúes humanos. Me sentía sucio de solo pensarlo. Pero mi autocomplacencia era de tal modo que lo aceptaba, matando al inocente que llevaba dentro, dejando libre al lobo hambriento que sulfuraba por contacto.
Tragué saliva con dolor. Mis manos temblaban demasiado. Mordía mi labio inferior para calmarme, abriendo una llaga profunda, de la cual emanaba tibia y acida sangre roja. Me calmaba pensando en días pasados, cuando no sabía nada de ella, recordaba esa anodina vida sin espiar tras persianas ni escuchar conversaciones de teléfonos intervenidos.
Ella volteó por otra esquina esquivando grupos de gente apostados en diversos lares de aquellas avenidas, no tenían muy buen aspecto. Se extrañaban de su presencia, les extrañaba ver una mujer tan bella y tan fina en callejuelas como esta, llenas de pordioseros, mujerzuelas y delincuentes. Luego quizás, cambiaría mi opinión.
De pronto algo paso que me heló la sangre y puso mí estomago en mi garganta. Ella volteó de pronto mirándome a los ojos, como nunca lo había hecho. Me miró con un horror eterno, temblando su rostro, su bello y llovido rostro, dándome luego la espalda. Me acerqué. Rompí las reglas. Le tomé el hombro
- De ahí todo es confuso doctor- agregué entre jadeos
- Continua en lo que puedas- dijo serio el facultativo
Ella gritó de espanto, tratando de huir de mí. De su guardaespaldas, su casto y pecador guardián. Más no pudo, la agarré de un brazo impidiendo que huyera, atándola con una mano y apagando los gritos con la otra.
Ella forcejeaba, más era inútil. Lloraba con más fuerza, lo que la hacía ver más bella que nunca, más deseable que nunca. Cerré los ojos con fuerza. Olvidaba a Dios entre los sollozos de ella y me aprontaba a cerrar el circulo, ese circulo de indecisiones y dubitativas que esta noche acabarían.
La llevé con violencia al hall de un edificio abandonado. No había almas que fueran testigos, por lo menos vivas. La aprisioné con mis manos, dejando su boca libre. Ella dio un grito sordo que ahogué con mi boca, bebiéndome sus labios, mandando al infierno las reglas, mis preciadas reglas.
Y no pude más. La fragilidad me volvía loco. Me abalancé sobre su cuerpo fatigado, destrozando con mis manos sus vestidos, tocando lo que el pudor esconde, haciéndola al fin mía. Su cuerpo era mío, su mente, su vida. Enloquecía con los gritos dolorosos que dejaba escapar. Más, incrementaban mis deseos y espasmos. Pasaban ya varias horas en esto.
Ella estaba en silencio. Su vista fija en el techo, con sus pupilas secas y el rostro en blanco. Su cuerpo sangrante estaba rígido como inerte, su expresión de tibia fragilidad había desaparecido.
Me llené de asco al verla. Veía una imagen nueva, veía a una masa de carne indeseable frente a mis ojos. La ira, el asco, era insoportable.
Respiró con dificultad cuando mis manos estuvieron en su cuello, y no como caricias. Aprisioné por última vez su cuerpo, ya no con deseo, sino con odio, con asco. Ella se quedó lo más rígida que se podía. Su cuerpo cesó. Mi hambre acababa.
- Y de ahí doctor- dije con más calma- no me pude sacar el olor de ella en una semana, hasta hoy
- Pe-pe-pero...- dijo entrecortado el doctor, seguramente tenía miedo, sabía que todo era verdad- ¿y se lo has contado a alguien más?
- No- respondí seco- sólo usted, ¿que opina?
- Vete- dijo serio, poniéndose de pie- vete y no vuelvas más, entrégate
- Temía que dijese eso- dije cabizbajo- lo temía

Saqué el revolver de la gabardina, apreté el gatillo. El doc caía. Sus ojos abiertos en extremo y su boca a pinto de gritar era una escena que me estaba agradando cada vez más. Más, la bala en su frente no le sentaba nada de mal. Mi deseo hacia él también había acabado. Nada era eterno, él lo sabía. Amaba lo efímero de las cosas.

2 comentarios:

Yoanita dijo...

me mantuviste espectante

lo mejor que he leido de ti ^^

me gustó mucho..
fui imaginando cada momento
todo lo que pasaba

intentando estar presente en tu texto
sentir como sentian los protagonistas

me gustó...

bye

Yoanita dijo...

nueva publicación...

pasa por favor..

adios...